Los llaman radares medusa porque por su aspecto se asemejan a este animal acuático. Miden el ruido de los vehículos en circulación y sancionan a aquellos que exceden los límites permitidos (o considerados saludables); por eso, los coches eléctricos, no tienen nada que temer

Los límites de velocidad no distinguen de emisiones. Los límites que se fijan para cada tramo y las sanciones que conlleva su incumplimiento son exactamente las mismas para los vehículos de combustión y para los cero emisiones.

Esto es algo que nadie cuestiona, salvo en una circunstancia y lugar: cuando se activan los protocolos por alta contaminación en Madrid y se restringe la velocidad en el interior de la M30 a 70 km/h. ¿Por qué los eléctricos que no suman emisiones también deben reducir su velocidad?

Radares medusa, contra el exceso de ruidos

Sin ánimo de entrar en polémicas, volvemos al tipo de radar que hoy nos ocupa y que sí será del todo benévolo con los vehículos eléctricos.

Los radares medusa son una una nueva tecnología que se utiliza e modo de pruebas en Francia para detectar y sancionar aquellos vehículos que exceden los límites de ruido (normalmente tras una modificación en el sistema de escape).

De momento, están operativos en 14 localidades francesas. Cuentan con un cámara de vigilancia 360º que capta imágenes del entorno y de un total de cuatro micrófonos (uno en cada pata) capaces de registrar hasta 10 registros por segundo.

En caso de que alguno de esos registros supere el máximo fijado en 90 decibelios (dB), el sistema registra los datos del vehículo y tramita una sanción de 135 euros.

Contaminación acústica

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera contaminación acústica todos los niveles que superen los 55 dB durante el día y los 50 dB por la noche.

Una grupo de personas manteniendo una conversación normal alcanzan un volumen de 50 dB; mientras que una carretera atestada de tráfico (con vehículos no eléctricos) supera los 90 dB.

Y aunque parezca que estos niveles no son importante, de acuerdo con los datos que maneja la Agencia Europea del Medio Ambiente, el estruendo causa 16.600 muertes prematuras en Europa y 72.000 hospitalizaciones al año.

Foto portada: Bruitparif

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