Elon Musk anunció hace unos días la liberación de su cartera de patentes, con el fin de unificar esfuerzos con otras marcas para el desarrollo de la movilidad eléctrica, compartiendo los costes del desarrollo y acelerando la velocidad de implantación de las infraestructuras.

Elon Musk parece ir siempre un paso por delante de los demás en sus planes estratégicos. Ahora le ha tocado el turno a las patentes. Su intención es compartirlas, tanto las de su tecnología eléctrica como la de los supercargadores, con el resto de fabricantes y, para ello, ha puesto una condición: que estos no se enfrasquen en pleitos legales por la propiedad intelectual: “si despejamos el camino para la creación de vehículos eléctricos, pero dejamos detrás un campo minado de propiedad intelectual para inhibir a otros, actuamos de forma contraria a esa meta”.

Compartir hace que la economía de escala se ponga en marcha y podría hacer mucho más barata la fabricación de vehículos y la infraestructura de recarga. De ello se beneficiarían otros fabricantes que también desarrollan vehículos eléctricos y entre todos se podría provocar el  cambio necesario que necesitan los coches eléctricos variando la percepción de la gente sobre su escasa autonomía y las pocas posibilidades de recarga.

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Tesla se enfrenta a tres gigantes difíciles de derrumbar: los fabricantes tradicionales que quieren seguir vendiendo sus vehículos de combustión. Las petroleras que quieren seguir vendiendo el combustible. Y los concesionarios de automóviles, que siguen queriendo hacer de intermediarios ante los clientes.  Ante esto Tesla plantea un vehículo eléctrico que vende directamente, porque nadie como él conoce su producto y con las recargas pagadas de por vida desde el momento de la compra.

Y en todo este embrollo se mueven el dinero, los políticos, las leyes y los lobbys mediáticos. ¿De verdad Tesla quiere hacer de hermanita de la caridad? Quizás sí o quizás no. Liberar las patentes no supone regalarlas sino permitir usarlas. Esta maniobra puede atraer a otros fabricantes que vean una nueva vía de negocio sin caer en costes desorbitados. Y esto puede convertir a Tesla en proveedor de tecnología lo que le permite, a su vez, abrir también nuevas línea de negocio. Y todo esto con el reconocimiento público y mediático que supone este  planteamiento altruista y ecológico.

Y nosotros nos preguntamos ¿actúa Tesla con una doble intención? ¿Su ofrecimiento esconde una maniobra oculta? Sí y no. Si Tesla libera las patentes emergerán nuevos modelos de coches eléctricos y será necesaria la ampliación y mejora de la infraestructura de recarga. O sea hará crecer un negocio en el que está inmerso y eso le arrastrará en su crecimiento. Parece lógico que su intención de provocar un desarrollo del mercado en el que opera le traiga beneficios. En este caso cierra un círculo perfecto… ¿a quién perjudica?.

Fuente: Tesla Motors

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