Cien años después de la primera travesía del Sáhara en automóvil, Citroën se ha marcado un reto eléctrico: renovar la hazaña, pero con un modelo 100% eléctrico, el Citroën Ë.POPÉE.
Ha pasado un siglo desde que Citroën consiguiera ser el primer fabricante que consiguió atravesar el desierto del Sahara al volante de un automóvil.
“Se trata de un proyecto con una dimensión humana y tecnológica para promocionar una movilidad innovadora y sostenible”, explican desde la marca francesa.
El reto eléctrico de Citroën a través del desierto del Sahara repetirá destino, audacia y ambición con el que se registró hace un año. Está previsto que se realice en el aniversario de la primera travesía: del 19 de diciembre de 2022 al 7 de enero de 2023.
El objetivo de este reto no es conseguir un hito de velocidad, sino vivir una aventura a bordo de tres tipos de vehículos: uno del pasado, otro del presente y un tercero del futuro. En la línea de salida estarán:
- Dos réplicas de autocadenas de la 1ª travesía: Escarabajo de Oro (Scarabée d’Or) y Media Luna de Plata (Croissant d’Argent)
- Vehículos de serie para asistencia, de la gama Citroën 2022
- Y un futuro concept-car 100% eléctrico
El objetivo es respetar el recorrido histórico, con un total de 3.170 km en 21 días (con las adaptaciones necesarias en el contexto geopolítico de ciertas zonas que se cruzaron entonces):
- 200 km de Touggourt a Ouargala
- 770 km de Ouargala a In-Salah vía Inifel
- 800 km de In-Salah a Silet vía Tamanrasset
- 500 km de Silet a Tin Zaouaten
- 100 km de Tin Zaouaten a Tin Toudaten
- 100 km de Tin Toudaten a Kidal
- 350 km de Kidal a Bourem
- 100 km de Bourem a Bamba
- 250 km de Bamba a Tombouctou
La reproducción del Escarabajo de Oro es idéntica al original de 1922 y está lista para enfrentarse al Sáhara. La segunda réplica, la del Media Luna de Plata se construirá durante este año para poder enfrentarse al reto propuesto en 2022.
Así fue la primera travesía de Citroën el Sahara
La primera travesía del Sáhara en automóvil tuvo lugar del 19 de diciembre de 1922 al 7 de enero de 1923 con cinco autocadenas Citroën: Scarabée d’Or, Croissant d’Argent, Tortue Volante, Bœuf Apis y Chenille Rampante (los dos últimos vehículos de carga).
Bajo el doble mando de Georges-Marie Haardt, jefe de expedición, y de Louis Audouin-Dubreuil, su segundo, recorrieron más de 3.200 km por el desierto en la ida. El regreso no estaba inicialmente previsto pero el éxito de la operación y la fiabilidad de los vehículos convenció al equipo para regresar por el mismo camino duplicando, de este modo, el éxito alcanzado.
Además del fantástico logro tecnológico conseguido en 1922 con los autocadenas construidos sobre la base del Citroën B2 10 HP modelo K1, esta expedición abrió el camino a los posteriores Cruceros Citroën (Negro, Amarillo, etc.) y a la realización de rutas inexploradas que fueron posteriormente retomadas por los estados mayores de todas las naciones.
Para preparar la travesía del Sáhara, desde Touggourt (Argelia) hasta Tombouctou (Mali), André Citroën creó un servicio especial en enero de 1921. La misión se llevó a cabo con vehículos equipados con orugas Kégresse.
André Citroën supo ver las posibilidades del invento: un mecanismo con una banda sin fin creado por Adolphe Kégresse. Esta primicia mundial inspiró todos los rallies de largo kilometraje de la historia moderna.
Este viaje de exploración se realizó bajo la atenta mirada de la prensa de la época con boletines regulares en los periódicos cada vez que las transmisiones de radio o de telégrafo conseguían llegar a París desde el desierto. “Fue una demostración del saber hacer industrial, técnico y comercial de Citroën, en forma de una epopeya que fue, al mismo tiempo, una gran aventura humana”, afirman orgullosos.
En el prólogo del libro de la expedición, publicado en 1923 por la editorial PLON, André Citroën indica, hablando de los aventureros: “(…) Su mayor satisfacción es poder decir que, gracias a ellos, se ha edificado una obra perdurable que seguirá dando resultados incluso cuando ellos mismos hayan desaparecido. Para ellos, esto es lo esencial: los arquitectos mueren, pero el templo queda para siempre”.
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas. Ahora, con enchufe