ha dejado caer vehículos nuevos desde 30 metros de altura para ayudar a los equipos de rescate a salvar vidas. Es la primera vez que el centro de seguridad de Volvo utiliza este crash test extremo y lo consideran de vital importancia.
A pesar de todo, es una práctica habitual en Volvo la utilización de vehículos estrellados para perfeccionar las habilidades de los especialistas en extracciones. La seguridad de los vehículos de la marca se puede decir que es legendaria. La propia Volvo ha hablado otras veces de Vision 2020, una de las visiones de seguridad más exigentes entre las compañías de automóviles.
Sin embargo, es la primera vez que Volvo deja caer varias veces desde una grúa a una altura de 30 metros varios vehículos. Su objetivo es que los equipos de rescate puedan prepararse para cualquier tipo de colisión posible; asimismo, simular las fuerzas que se producen en los impactos más extremos, más allá de lo que es posible simular con los ensayos ordinarios.
Estas acciones han permitido crear suficientes daños como para simular de forma adecuada los producidos en las colisiones más graves: accidentes de un solo vehículo a velocidad muy alta; accidentes en los que un vehículo choca contra un camión a alta velocidad; o accidentes en los que un vehículo recibe un fuerte impacto lateral.
Labor de los equipos de rescate
En estas situaciones, es probable que el estado de los ocupantes del vehículo sea crítico. Por lo tanto, la máxima prioridad es extraer a los pasajeros del vehículo y trasladarlos al hospital lo antes posible.
Para ello, los equipos de rescate utilizan herramientas hidráulicas, conocidas en el sector como «mandíbulas de vida» (jaws of life). Los especialistas en extracciones suelen hablar de la «hora de oro»: es preciso liberar a la víctima y llevarla al hospital en un plazo de 60 minutos desde que se produce el accidente.
Håkan Gustafson, investigador superior del equipo de investigación de accidentes de tráfico de Volvo Cars, ha explicado:
“Llevamos muchos años colaborando estrechamente con los servicios de rescate suecos. Esto es así porque compartimos el mismo objetivo: hacer que las carreteras sean más seguras para todos.
Esperamos que nadie tenga que pasar jamás por la experiencia de sufrir los accidentes más graves, pero no todos se pueden evitar. Por eso es de vital importancia contar con métodos que contribuyan a salvar vidas cuando se producen los accidentes de mayor gravedad”.
Informe de investigación
Volvo ha informado que los hallazgos derivados de las colisiones y las maniobras de extracción subsiguientes se recopilarán en un informe de investigación exhaustivo. Este informe se pondrá a disposición del personal de rescate de todo el mundo de forma gratuita. Por tanto, todos los equipos de rescate podrán beneficiarse de los resultados y seguir perfeccionando sus habilidades.
Normalmente, los equipos de rescate practican con los vehículos de los desguaces. Sin embargo, estos vehículos suelen tener hasta dos décadas de antigüedad.
Y, en cuanto a la resistencia del acero, la estructura del habitáculo de seguridad y la durabilidad global, hay una enorme diferencia entre los vehículos modernos y los fabricados hace 15 o 20 años.
Además, los Volvo actuales están fabricados con tipos de acero de gran resistencia.
Por eso es de vital importancia que el personal de rescate se mantenga siempre al día; esté familiarizado con los modelos más recientes; y analice sus métodos a fin de desarrollar nuevas técnicas de extracción.
Es decir, que estas sesiones de formación pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Así que, a petición de los servicios de rescate, Volvo Cars decidió dar un paso más. Håkan Gustafson ha asegurado:
“Normalmente solo provocamos colisiones dentro del laboratorio; esta es la primera vez que hemos dejado caer vehículos desde una grúa.
Sabíamos que las deformaciones resultantes serían extremas. Lo hicimos para poner al personal de rescate ante un desafío real”.
En total, diez vehículos Volvo de distintos modelos se dejaron caer varias veces de la grúa. Antes de la caída, los ingenieros de seguridad de Volvo Cars realizaron cálculos exactos sobre la cantidad de presión y fuerza a la que era necesario exponer cada vehículo para lograr el nivel de daños deseado.