Cuando hablamos de tierras raras, en realidad no hablamos de tierras ni de raras, pero se arrastra esa nomenclatura de una época en la que era muy difícil obtenerlas. Las tierras raras se utilizan hoy día en multitud de aplicaciones, como motores de coches eléctricos o baterías, y Tesla tiene una gran responsabilidad en reducir su uso, dada su posición de mercado.
Las tierras raras tienen el problema de que su obtención es costosa y contaminante. No es un problema de falta de abundancia en la corteza terrestre. En la última conferencia de accionistas de Tesla, celebrada el miércoles 1 de marzo, la empresa comentó sus planes de reducción de tierras raras para motores eléctricos.
En la actualidad, en un Tesla Model Y se emplean unos 500 gramos de un elemento, 10 gramos y 10 gramos de otros dos; la empresa no los ha identificado. Para la próxima generación de motores de imanes permanentes, no se empleará un solo gramo de dichos elementos. La justificación fue un menos coste y mayor eficiencia empleando “cero tierras raras”.
En su momento, la justificación del uso de tierras raras en motores de imanes permanentes fue precisamente la eficiencia, aunque no un menor coste. Como las tierras raras -como el neodimio o el disprosio- producen campos magnéticos más intensivos que los bobinados de cobre, se han podido producir motores más compactos, pero más potentes.
Desde la aparición del Tesla Model 3 en el mercado (2017), Tesla dice haber reducido en un 25% la cantidad de tierras raras para su construcción. La reducción de costes es una de las obsesiones del fabricante de coches eléctricos, lo que unido a una política de precios de elevado margen, da como producto unos márgenes operativos envidiables. Es de primero de economía, gastar menos e ingresar más.
Reducir o eliminar un recurso caro y escaso también protege al fabricante de las variaciones de precio que puedan sufrir. En los últimos años la industria ha aprendido mucho sobre qué pasa cuando las cadenas de suministro se interrumpen o perturban a nivel planetario, con precios disparados y problemas crónicos de suministro. Es por tanto un acierto estratégico sacar las tierras raras de la ecuación.
Por otra parte, la reducción de tierras raras le proporciona ventajas al fabricante a la hora de conseguir suministros, ya que China acapara gran parte de la producción mundial. Emplear motores sin tierras raras aumenta la disponibilidad, una ventaja que se añade a todas las anteriores. En consecuencia, se podrán producir más motores que dependiendo de tierras raras, y con el incentivo de un menor impacto medioambiental.
En ocasiones, para lograr tierras raras hay que trabajar con minerales que pueden ser radioactivos, por no mencionar los desperdicios en forma de amoniaco, ácido clorhídrico y sulfatos, que son compuestos cancerígenos y peligrosos para la salud. Tesla no ha dado detalles de cómo va a conseguirlo, es muy celosa de sus secretos industriales, pero iremos teniendo noticias más adelante.