Lo confieso. Al sentarme en el BMW i4 que me ha acompañado durante una semana tuve sentimientos encontrados. Por un lado era un coche que me apetecía mucho probar (¡a quién no!), pero por otro empecé a dudar de si tenía sentido gastar más de 80.000 euros en automóvil a priori poco apropiado para la ciudad, aunque bastante apropiado para viajes largos (por aquello de la autonomía y tiempo de carga).
Entonces llegué al primer semáforo, tomé la primera rotonda y la parte racional de mi cerebro se empezó a apagar. A los 10 minutos estaba en la M40, había poco tráfico… ¡Qué le den a la lógica!
BMW i4 M50 xDrive
El BMW i4 Gran Coupé es una berlina eléctrica disponible en tres versiones: i4 eDrive 35, con 286 CV y 485 km de autonomía eléctrica (desde 58.650 euros); i4 eDrive40, con 340 CV y 582 km de autonomía eléctrica (desde 69.160 euros); y i4 M50 xDrive, con 544 CV y 509 km (desde 82.383 euros). Los dos primeros tienen un único motor
Con buen BMW M su diseño no deja indiferente. Estamos ante un coche de buenas dimensiones: mide 4,78 metros de largo, 1,85 metros de ancho y no llega al metro y medio de alto (la altura al suelo reducida con lo que la entrada no es del todo cómoda). Las medidas son las mismas que en el modelo de combustión, salvo la altura que es 6 mm más alto para dejar espacio a las baterías que van ubicadas en la parte inferior del chasis.
Con el metro en la mano, uno de los datos más llamativos es el maletero con 470 litros de capacidad: al ver su carrocería coupé uno espera tener menos espacio para el equipaje, pero caben de sobra las maletas de los cinco ocupantes (también la compra de la semana de una familia de cuatro miembros aunque al llegar al supermercado te miren raro por ir a comprar con semejante coche…).
A simple vista solo la parrilla carenada y algunos detalles de la carrocería pintados en azul delatan que estamos la versión eléctrica del BMW M4 (que, por cierto, es el modelo más vendido de la división M de BMW). Son específicos de la versión M50 los paragolpes con una estética más deportiva y las aberturas en la parte delantera para mejorar la refrigeración del sistema de frenos
En el interior lo mismo. Solo pequeños detalles en azul (como el botón de arranque) diferencian a esta de la variante de combustión. En el salpicadero la protagonista es la doble pantalla de forma curvada en la que se unen la parte dedicada a la instrumentación (de 12,3 pulgadas) y el sistema multimedia (de 14,9 pulgadas). Ambos displays tienen una resolución sobresaliente que no se pierde ni siquiera cuando el sol incide directamente. Tampoco es una de esas pantallas en las que se quedan las huellas marcadas cada vez que activas una función.
¡En marcha!
El protagonista de esta prueba es la variante más potente. Tiene dos motores eléctricos con los que consigue 544 CV de potencia y 795 Nm de par que se alimenta de una batería de 80,7 kWh de capacidad. Ahora bien, tiene truco. Y es que los 544 CV los entrega en modo Sport Boost y solo durante 10 segundos, aunque el resto de de programas se desarrollan a 476 CV, una cifra nada despreciable.
Pensar que tienes más de 500 CV entre mano puede asustar un poco, pero la realidad demuestra que no hay nada que temer. Es verdad que si te descuidas te plantas en los 100 km/h sin darte cuenta y es que llegas al límite legal de velocidad de una autopista cuando al pedal del acelerador le queda mucho (pero mucho) recorrido. Pero de entre las muchas cosas buenas que tiene este coche eléctrico es que transmite una gran sensación de seguridad.
Con tres niveles de ajuste del ESP (conectado, parcialmente libre y desconectado) hay que ser muy cafre para que el coche pierda la compostura. Es un coche muy rápido, pero también muy preciso, muy directo y muy estable.
Otro de sus puntos fuertes es que a pesar de este torrente de potencia el consumo del BMW i4 M50 es realmente ajustado. En nuestra prueba hemos conseguido un consumo medio de 17,8 kWh con lo que hemos podido recorrer 450 km sin apurar la batería.
¡Me gusta conducir!
Hace tiempo BMW hacía de la pregunta «¿te gusta conducir?» un lema de vida. Al probar este BMW i4 M50 no pude evitar recordar los anuncios en los que lanzaba la cuestión mientras una mano se deslizaba con el movimiento del viento. «Sí, me gusta conducir y, sobre todo, me gusta conducir este coche». Ahora entiendo por qué Vinicius o Carlo Ancelotti lo han elegido entre toda la gama eléctrica de BMW.
Pero, terminó la semana y mi BMW i4 se convirtió en calabaza. Tocaba devolverlo, porque por mucho que me haya gustado los más de 80.000 euros que cuesta (sin ponerle extras) se me escapan un poco de presupuesto. Lo anoto en mi lista de deseos si algún día me toca la lotería…
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas. Ahora, con enchufe