Un estudio publicado por European Climate Foundation estima que el cambio de la industria del automóvil hacia la movilidad eléctrica y conectada podría crear 206.000 puestos de trabajos directos en Europa.
Muchas veces hablamos del cambio de paradigma que supone la electrificación del transporte y de la gran agitación que se está produciendo entre los fabricantes. Ya prácticamente ninguno niega que el futuro es eléctrico y quien más y quien menos planifica su estrategia pensando en ello. Estamos en ese momento en el que renovarse o morir tiene más sentido que nunca. El ejemplo está en sectores como la fotografía y la telefonía móvil que han visto caer gigantes empresariales en cuestión de meses.
Un estudio realizado por Cambridge Econometrics para la Fundación Europea del Clima estima que en 2030 la electromovilidad habrá creado 206.000 nuevos puestos de trabajo directos en sectores afines a esta nueva tecnología. El estudio se basa en una cuota de mercado de vehículos nuevos del 23% entre eléctricos e híbridos enchufables en 2030.
Según el estudio la disminución gradual de la fabricación de vehículos térmicos debería generar un ahorro significativo en la importación de productos derivados del petróleo. En la Unión Europea reemplazar el petróleo por la producción de energía de forma local significa inyectar riqueza: “de cada 10 euros gastados en importar petróleo 5,3 se destinan a impuestos, 1,5 se los queda el distribuidor y 3,2 abandonan la economía europea”. Para 2030, el estudio estima que las importaciones de petróleo podrían reducirse en 49.000 millones de euros lo que supone un impulso económico que se traduciría en un incremento del producto interno bruto (PIB) del 0.2% anual.
La infraestructura de recarga
Un requisito fundamental para el desarrollo de la movilidad eléctrica es el aumento y la generalización de la infraestructura de recarga, que supone el núcleo del estudio. Es imprescindible un esfuerzo conjunto de la industria, los gobiernos y la sociedad civil para alcanzar los objetivos de despliegue de infraestructura impuestos en Europa.
En Europa hay más de 71.000 kilómetros de autopistas. El estudio estima que se necesitarían 2.400 estaciones de recarga rápida para establecer una red que una todo el continente, es decir, una cada 60 kilómetros. A esta cifra habría que añadir otras 7.100 estaciones de carga rápida a lo largo de las carreteras nacionales.
En consecuencia el estudio estima que serán necesarias 14.000 nuevos puntos de recarga rápida en 2025. Esta cifra debería ir aumentando según se incrementa el número de vehículos eléctricos en circulación. Para el estudio la proporción ideal es un punto de recarga rápida para 300 coches eléctricos.
Consecuencias sobre la red eléctrica, la recarga inteligente
El desarrollo del vehículo eléctrico en Europa no dejará de tener consecuencias en la red eléctrica. Por ejemplo las proyecciones del estudio en un país como Alemania, estiman que la carga ‘no tripulada’ requeriría 3 GW de potencia adicional en 2030 y 22 GW en 2050. Una situación que implica unos costes significativos en el refuerzo de la red.
Por el contrario, la carga inteligente podría resolver los problemas relacionados con los picos de consumo. En su forma más simple, la recarga inteligente consiste en la comunicación vehículo-red para administrar mejor los picos de consumo. En su forma más elaborada implicaría soluciones como la carga bidireccional V2G, que además de estabilizar la red administra mejor el almacenamiento de energía intermitente y permite al usuario generar ingresos adicionales.
Consecuencias sobre el empleo
Independientemente de la revolución energética que estamos experimentando, la automatización de la producción de automóviles actual está causando una caída significativa en el empleo en el sector industrial. Sin embargo, existen diferencias entre las diferentes tecnologías. Un automóvil eléctrico es mucho más fácil de construir que uno térmico. El desarrollo de vehículos híbridos, que podría representar hasta el 33% de los vehículos vendidos en 2030, debería requerir más mano de obra que los automóviles tradicionales. Una tendencia que debería aumentar hasta 2040, cuando las soluciones eléctricas y de hidrógeno tendrán prioridad sobre las tecnologías híbridas.
Para 2030, el informe estima que el sector de ‘nuevas energías’ podría crear más de 200.000 nuevos empleos en Europa. Todo dependerá de la combinación energética y también del origen de la producción de vehículos y sus diversos componentes. De ahí el interés de Europa por mantener el control de la producción de ciertos componentes clave del automóvil eléctrico como son las baterías. El futuro ‘Airbus de las baterías’, ampliamente discutido en la Comisión Europea, tiene como objetivo reubicar la fabricación de celdas de batería en suelo europeo que podría representar una base real para el empleo y la economía.
Convergencia de costes en 2030
Los autores del estudio ven una convergencia para 2030 cuando agregamos al precio inicial todos los costes relacionados con el uso: si los fabricantes pueden reducir rápidamente el coste de las baterías, la electricidad será más rentable. Pero si fallan y los vehículos a gasolina y diésel logran reducir su consumo, el punto de convergencia será más largo de alcanzar.
A este efecto se agrega un factor desconocido; con el desarrollo de la movilidad eléctrica, los gobiernos podrían considerar la reforma de sus impuestos para compensar la disminución de los ingresos relacionados con la disminución del consumo de productos derivados del petróleo.
Según el estudio, esta transición a la electricidad conducirá a una caída de 31.000 millones de euros en los ingresos de impuestos al combustible en 2030 en Europa. Sin embargo, esta disminución podría compensarse con la recuperación económica vinculada a la disminución de las importaciones de petróleo y la creación de nuevas actividades en todo el sector de la electricidad.
El Medioambiente también se beneficia
El estudio también mide los beneficios significativos en términos de reducción de emisiones de CO2 y partículas finas para 2030 y 2040. Para obtener estos resultados, los autores se basan en el mismo escenario para sus cálculos económicos, donde los vehículos con bajas emisiones representarían una cuarta parte de las ventas de vehículos nuevos en 2030 y el 100% en 2040.
Para el año 2050, las emisiones de CO2 de los automóviles podrían reducirse en un 88%, de 605 a 70 millones de toneladas cada año. Las observaciones son similares para los óxidos de nitrógeno, con una disminución significativa de 1,3 millones a 70.000 toneladas por año. Finalmente, las emisiones de partículas finas pasarían de 28.000 a 750 toneladas anuales.
Informe completo (texto en inglés)
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.