Aunque sean trending topic desde hace unos meses, en realidad, las Zonas de Bajas Emisiones (conocidas por sus siglas, ZBE) son una estrategia de movilidad con décadas de antigüedad. La primera se atribuye a Estocolmo (Suecia), en 1996. Desde entonces ha ido aumentado el número de ciudades que recurren a esta estrategia para combatir la contaminación derivada del tráfico rodado. Un recuento elaborado por Arval asegura que en 2022 había más de 320 ZBE en la Unión Europea (UE). Se espera que en 2025 sean 507.
Zonas de Bajas Emisiones
Las ZBE son áreas acotadas, de mayor o menor extensión en función de la ciudad, en las que se restringe el acceso a determinados vehículos en función de diferentes parámetros. Dado que su principal objetivo es bajar los índices de emisiones contaminantes, lo habitual es que prohíban el paso a los más antiguos (y, por ende, con más emisiones). También suele ser común a todas que se ubican en las zonas centrales de las ciudades donde, normalmente, se encuentra el casco antiguo o centro histórico.
“Para aprovechar todos los beneficios de las ZBE y mitigar los posibles inconvenientes, son necesarios esfuerzos concertados de planificación urbana”, afirman los expertos en movilidad de Arval. “Además, los responsables de la creación de políticas deben asegurarse de que estas zonas no afecten de manera desproporcionada a las poblaciones de bajos ingresos y a las pequeñas empresas”, añaden.
Los países más estrictos recurren a las zonas de cero emisiones (ZEZ, por sus siglas en inglés) donde solo se admiten vehículos de cero emisiones, lo que significa que todos los vehículos con motor de combustión interna tienen prohibida la entrada. Un ejemplo es Londres.
ZBE en España
En España, la Ley de Cambio Climático aprobada en 2021, establece que todas las localidades con más de 50.000 habitantes debían tener en marcha una ZBE el 1 de enero de 2023. La última actualización del mapa de las ZBE del Real Automóvil Club de España (RACE) revela que son pocas las que han hecho sus deberes a tiempo.
Cerca de 150 municipios españoles repartidos por todo el territorio español tienen la obligación de adaptarse a la nueva normativa y deben tener ya creada una Zona de Bajas Emisiones. En la práctica, las ciudades que tienen los deberes hechos y tienen en funcionamiento esta ZBE son Madrid, Barcelona, Córdoba, Pontevedra, A Coruña, Sevilla, Badalona, Rivas-Vaciamadrid, San Cugat del Vallés, Valencia y Sant Joan Despí.
En nuestro país, son los gobiernos regionales los que deciden en qué perímetro acometerán las restricciones así como las limitaciones y posibles sanciones a aplicar. Existe un criterio común para marcar qué coches quedan fuera, cuáles pueden pasar y dentro de estos últimos, en qué condiciones: las pegatinas de la DGT.
Resumen rápido. Las etiquetas medioambientales de la DGT clasifican los vehículos en función de sus emisiones contaminantes. Hay cuatro grupos:
- Cero Emisiones (etiqueta azul)
- ECO (etiqueta azul y verde)
- C (etiqueta verde)
- B (etiqueta amarilla)
El trato es más benévolo para los Cero Emisiones (vehículos eléctricos e híbridos enchufables). Los etiqueta C y B tienen acceso permitido pero con restricciones: en Madrid, por ejemplo, no pueden circular libremente y si acceden tienen que ir directos a un parking subterráneo.
Vehículos sin etiqueta
Los peor parados son los vehículos que quedan fuera de la clasificación medioambiental, conocidos como vehículos A. Esto son los coches de gasolina matriculados antes del año 2000, y coches diésel anteriores al año 2006. Su acceso está prohibido en muchas ZBE, aunque con matices diferentes en función de la ciudad.
Según la Dirección General de Tráfico (DGT), un 29% del parque total de vehículos en España no tiene distintivo ambiental, por lo que no puede circular por las ZBE existentes. El porcentaje de vehículos con etiqueta 0 o ECO apenas alcanza el 6%, un porcentaje que se incrementa significativamente en los vehículos de empresa y renting. Casi el 36% del mercado del renting en España es etiqueta 0 o ECO. Y en el caso de Arval este porcentaje sube hasta el 50% a julio de 2024.
Ventajas de las ZBE
Volviendo a las reflexiones lanzadas por Arval en su Informe de Impacto de las ZBE en Europa, como principales impactos de las ZBE en los entornos urbanos hay que destacar:
- Reducción de los niveles de contaminación atmosférica y mejora de la calidad del aire: Al restringir la entrada de los vehículos más contaminantes en las zonas urbanas designadas, las ZBE disminuyen la concentración de emisiones nocivas. Por ejemplo, en las ciudades alemanas, la implementación de las ZBE ha dado lugar a reducciones de las concentraciones medias anuales de PM10 y NO2 de hasta un 7% y un 4%.
- Efectos positivos en la salud pública y el bienestar: Un aire más limpio da como resultado una menor incidencia de enfermedades respiratorias y una mejor salud cardíaca; los estudios sobre el impacto de las ZBE han demostrado un efecto más pronunciado en las enfermedades cardiovasculares. Esto contribuye a mejorar la salud pública en general y podría reducir los costos de atención médica.
- Efectos sobre la infraestructura de transporte y los patrones de movilidad urbana: Las zonas de bajas emisiones fomentan el uso de vehículos más limpios, alternativas de transporte público poco contaminantes y modos de transporte alternativos, como caminar y andar en bicicleta. Esto, a su vez, ayuda a promover la actividad física entre las poblaciones locales.
- Implicaciones económicas: La inversión financiera inicial para las personas y las empresas puede ser significativa, ya que necesitan actualizar sus vehículos para cumplir con los estándares de emisiones. Pero, en general, los beneficios de las ZBE superan esos costes a largo plazo. Además, las ZBE crean una demanda en el mercado de vehículos más limpios.
“Al ofrecer a las personas y organizaciones un fuerte incentivo para actualizarse a vehículos más nuevos y menos contaminantes, las ZBE también contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a combatir el cambio climático”, afirman.
Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas. Ahora, con enchufe