Interesante prueba la que ha puesto en marcha (y superado) Polestar: ha recorrido 750 km empleando aceite usado de cocina para generar la electricidad necesaria para recargar sus baterías
Basta con echar un vistazo al balance de ventas de vehículos eléctricos en el mes de enero en España para concluir que el mercado enchufable está en plena expansión. Los planes de ayudas del Gobierno, unidas a las nuevas medidas anticontaminación y a la cada vez mayor conciencia medioambiental de los conductores, justifican un crecimiento de más del 200% en nuestro país.
Aún así, el coche eléctrico tiene varios obstáculos que superar. Uno de los más altos es la infraestructura de recarga, especialmente cuando se trata de utilizar un enchufable en entornos rurales.
Australia está probando una interesante innovación que, de demostrar su eficacia podría ayudar a solventar el problema de la falta de puntos de recarga en la España vaciada.
El australiano es uno de los países con menor representación eléctrica en su mercado automovilístico. Entre las razones: cuenta con pocos cargadores públicos y menos interés en aumentarlos por parte de las autoridades del país. Esto se agrava al tratarse de una nación con un terreno amplio y con poca densidad de población.
750 km recargando baterías con aceite de cocina usado
Con este handicap, Polestar ha llevado uno de sus modelos eléctricos a Nullarbor Plain, un inmenso territorio desértico de Australia que une las ciudades de Perth y Adelaida. El objetivo era recorrer los 750 km que separan ambos lugares recargando las baterías con Biofil, una estación de carga eléctrica que utiliza aceite de cocina usado.
La estación de recarga utiliza un generador que transforma aceite usado (de un conocido restaurante de la zona llamado Caiguna Roadhouse) en electricidad.
Biofil es el invento firmado por un ingeniero mecánico jubilado llamado Jon Edwards. Se trata de una instalación que utiliza aceite de cocina usado para cargar rápidamente los coches eléctricos.
Su inventor asegura que resulta hasta cinco veces más barato que apostar por paneles solares o por la red eléctrica tradicional. Su funcionamiento es, aparentemente sencillo: extrae la energía del aceite vegetal procedente del restaurante donde está ubicado y ofrece una potencia de carga de 50 kW, una cifra suficiente para cargar la batería al 80% en, más o menos, una hora.
Aunque para poder utilizar este tipo de aceite es necesario tener 20 litros y un motor de combustión que genere la energía, la experiencia de Polestar se presenta como una buena solución tanto para poder recorrer este tipo de trayectos con un automóvil eléctrico como para reciclar el aceite usado.
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Periodista de cuándo se maquetaba con tipómetro (no, no hace tanto...). Toda una vida dedicada a escribir sobre cómo la movilidad cambia (para bien) la vida de las personas. Ahora, con enchufe