Un grupo de ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en Estados Unidos, ha logrado hacer volar el primer avión construido sin partes móviles como hélices o turbinas, y que además no depende de combustibles fósiles ni baterías, un hito publicado este miércoles en la revista Nature.
El avión sin hélices en cuestión utiliza un sistema de propulsión denominado “viento iónico” y puede abrir la puerta a “un futuro con aeronaves más silenciosas y limpias“, según afirma la revista en un editorial.
Además, el logro del equipo del MIT generará “comparaciones inevitables” con aquel primer vuelo con motor de los hermanos Wright de hace casi 115 años, anticipa Nature.
El avión de ala fija diseñado por Steven Barrett, profesor asociado de aeronáutica y astronáutica en el MIT, y sus colegas tiene una envergadura de 5 metros y pesa 2,45 kilogramos.
Los vuelos de prueba se realizaron en un gimnasio del Centro Atlético duPont del MIT, el espacio interior más grande que pudieron encontrar, y consiguieron que la aeronave atravesara con éxito los 60 metros de distancia de una punta a otra. Repitieron el vuelo 10 veces con un rendimiento similar y el aparato voló a una altitud promedio de 0,47 metros.
Inspirado en la saga de Star Trek, que veía con avidez cuando era niño, Barrett cuenta en el artículo publicado en Nature que hace nueve años empezó a pensar en diseñar un sistema de propulsión para aviones que no tuviera partes móviles como hélices, turbinas o ventiladores.
En esa búsqueda se fijó en el “viento iónico”, un principio físico también conocido como empuje electroaerodinámico e identificado hace décadas que describe un viento o empuje que puede producirse cuando pasa una corriente entre un electrodo delgado y otro grueso. Si se aplica el voltaje necesario, el aire que hay entre los electrodos puede producir suficiente empuje para impulsar un avión de pequeño tamaño.
Funcionamiento del avión sin hélices ni combustible
El avión sin hélices ni combustible diseñado por Barrett lleva una serie de alambres delgados en la parte delantera del ala que actúan como electrodos con carga positiva, mientras que los cables más gruesos dispuestos en el extremo posterior funcionan como electrodos negativos.
Por otro lado, el fuselaje del avión tiene una pila de baterías de polímero de litio que suministran electricidad a 40.000 voltios para actuar sobre los electrodos y generar así el “viento iónico” a partir del movimiento de moléculas de aire ionizado.
La ventaja de este sistema de propulsión es que no depende de combustibles fósiles para volar, a diferencia de los aviones con turbinas, y es completamente silencioso, en contraste con las hélices de los drones.
Este primer vuelo de un avión sin hélices ni combustible “ha abierto nuevas e inexploradas posibilidades para (desarrollar) aeronaves que sean más silenciosas, mecánicamente más simples y que no produzcan emisiones de combustión”, explica Barrett.
A su juicio, la teoría de que un avión movido por “viento iónico” puede volar está de momento probada, aunque todavía falta mucho para estar ante un aparato que pueda realizar “una misión útil”. “Debe ser más eficiente, volar durante más tiempo y hacerlo en el exterior”, anota.
Barrett y sus colegas están trabajando actualmente en la forma de aumentar la eficiencia de su diseño, para producir más “viento iónico” con menos voltaje, e idealmente les gustaría desarrollar un avión sin sistema de propulsión visible.
En su editorial, Nature afirma que el éxito del equipo de ingenieros del MIT “seguramente incitará a otros a reexaminar” las posibilidades del principio del “viento iónico”.
Los sistemas de propulsión iónica “son solo una opción muy necesaria para mejorar la eficiencia y el impacto ambiental de los motores de los aviones, junto con ajustes al combustible y al diseño”, concluye la revista.