De la “demonización del diésel” que los directivos de las diferentes marcas de automóviles denunciaban no hace tanto, hemos pasado a escuchar que la electrificación de todos sus modelos es el objetivo a medio plazo. Y es que el compromiso histórico con el medio ambiente que los grandes grupos de automóviles están asumiendo como bandera particular, no deja de ser un fiel reflejo del cambio que está experimentando nuestra sociedad.
Se comenta en todos los círculos que el COVID 19, a pesar de estar causando millones de muertos en todo el mundo, ha acelerado la llegada de numerosos cambios y nuevas situaciones en la sociedad. Una de ellas es la movilidad, sin duda.
Hace tan sólo unos meses se debatía en las tertulias la limitación de circulación con vehículos de combustión en el centro de las grandes ciudades. Se atentaba contra la libertad de movimiento decían algunos. Hoy, envueltos en una pandemia que no tiene visos de terminar nunca, ya nadie se plantea tan siquiera aquel debate. La mayoría estamos de acuerdo en que en 2023 todas las ciudades con más de 50.000 habitantes tomen medidas restringiendo la circulación de vehículos contaminantes en el centro urbano.
Según la actual legislación europea, en 2030 tendremos que haber reducido un 40% las emisiones de CO2, pero los eurodiputados quieren ir más lejos, y ayer el Parlamento Europeo propuso el incremento hasta el 60%, como paso intermedio a la neutralidad de las emisiones de aquí a 2050.
Además, y en lo que atañe al sector automovilístico, los eurodiputados creen que la UE y los Estados miembros deben eliminar progresivamente todas las subvenciones directas e indirectas a los combustibles fósiles para el 31 de diciembre de 2025.
Ayer, durante la presentación de su Decálogo de Electromovilidad, el director general de Comercio región ibérica de Grupo PSA, Christope Prévost, anunciaba el absoluto compromiso con la transición energética y el medio ambiente. Pero reclamaba más ayudas por parte del Estado, tanto en el mantenimiento en el tiempo de ayudas para la fabricación y la compra de vehículos eléctricos, como en el despliegue de una red de recarga pública interoperable.
No estamos hablando tanto de recarga rápida en carretera como de puntos de recarga en la vía pública. Lugares en los que los usuarios que no disponen de plaza de garaje para recargar sus vehículos, puedan hacerlo. Soluciones hay para ello, pero las comercializadoras no pueden por el momento instalar miles de puntos de carga pública por todas las ciudades sin una perspectiva clara de negocio. Es comprensible.
Por eso, el papel de la Administración es la de proveer soluciones que apoyen el despliegue. Parece que Pedro Sánchez y su gobierno apostarán por la transición hacia la electrificación a tenor de las palabras que dijo ayer en las que ponía como objetivo 5 millones de vehículos eléctricos en 2030. Veremos.
Entre tanto, el tele trabajo ha limitado el número de desplazamientos en vehículos particulares por la ciudad. Se habla de un 30% menos, pero quizás sea más. El miedo al contagio también está limitando el uso del transporte público colectivo. Los medios de transporte personal están cobrando protagonismo y la bicicleta, el patinete o la moto son opciones bastante aceptadas. Eléctricas, por supuesto.
El coche, si bien ha limitado su uso en los últimos meses, volverá a tener protagonismo cuando esto pase. Que pasará. Pero cuando pensemos en cambiar de coche tendremos otra perspectiva. Quizás cambiemos la forma de pago; tal vez optemos por el renting y sus múltiples opciones; pero de lo que estoy seguro es de que todos pensaremos en la electromovilidad.
¿Estás preparado para ello?
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Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.