En el mundo de la movilidad eléctrica, es común escuchar aquello de “la marca que viene a destronar a Tesla“, “el eléctrico que pondrá en apuros al Model 3“, etc. La verdadera realidad es que el mercado electrificado es realmente competitivo y no todos los fabricantes consiguen llevar a cabo sus proyectos. Es el caso de Fisker, del que ya hablábamos la semana pasada.
La compañía estadounidense de coches eléctricos, con sede en California y lanzada por el empresario danés Henry Fisker en 2016, ha sido la última de las empresas fabricantes de eléctricos que tiene que abandonar a mitad de camino. En concreto, la compañía se ha declarado en quiebra y tiene la intención de poner a la venta grandes activos para reestructurar la gran deuda que tiene actualmente. En este sentido, Fisker ya había tratado de implementar estrategias para conseguir liquidez, como rebajar notablemente el precio del único coche que comercializa, el Ocean. Este plan, que no ha durado ni dos semanas, pretendía situar al Ocean como uno de los mejores SUV en relación calidad-precio.
Una rebaja de 20.000 dólares para salir a flote
La marca anunciaba la semana pasada, como decíamos, una rebaja significativa en el precio del Ocean. De este modo, los empleados de la compañía podían hacerse con el coche en cualquiera de los acabados con los que se vende (Ultra, Extreme o One) a un precio cercano a los 18.500 euros.
Si entramos en la configuración del Ocean, vemos que la versión de acceso, el Fisker Ocean Sport, tiene un precio de partida de 42.099 dólares para Estados Unidos continental. En Europa, esta cifra se convertiría en unos 39.200 euros. Por su parte, los precios para las versiones más avanzadas son de 57.200 euros para la versión Ultra y de 62.000 euros para el Extreme.
Sin embargo, se trataba de una oferta con muchos peros, ya que en la información brindada por la compañía a sus empleados no se mencionaba nada al respecto de las coberturas de garantía o si se ofrecerían servicios de postventa y actualizaciones en caso de que la compañía desapareciera.
Cronología de la caída de Fisker
Para contextualizar la situación de Fisker vamos a remontarnos al pasado mes de marzo, cuando la compañía anunció que había cerrado un acuerdo de financiación por valor de 150 millones de dólares con un inversor, en un trato supeditado a un gran fabricante no identificado. Hasta la fecha, ese acuerdo no se ha materializado y, en el camino, la compañía prescindió de parte de su plantilla de empleados, detuvo su producción de vehículos y, por último, se ha declarado en bancarrota.
Sin embargo, parece que Fisker no va a rendirse ante este varapalo, ya que ha anunciado que se acogerá al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos. La compañía alega que, al igual que el resto de fabricantes nacionales de vehículos eléctricos, ha tenido que enfrentarse a varios obstáculos de mercado y macroeconómicos que han tenido un impacto negativo en su actividad. En este sentido, la compañía procederá a la venta de sus activos para tratar de conseguir liquidez a fin de cubrir la deuda contraída.
Actualmente, Fisker tiene en su haber activos por valor de entre 500 y 1.000 millones de dólares y deudas que podrían ascender hasta los 500 millones de dólares. La compañía produjo cerca de 10.000 vehículos en 2023, un 25% menos de lo proyectado, y solo consiguó vender 4.700 unidades.
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