Decíamos hace un tiempo que las grandes ciudades europeas están modificando los hábitos de movilidad de sus ciudadanos, y que lo están haciendo muy rápido. Añadíamos que las alternativas de movilidad crecían a la vez que aparecían más restricciones al vehículo privado.
Efectivamente, vemos cómo las ciudades fijan objetivos de sostenibilidad en el tiempo y, mientras, van fomentando el uso de alternativas. De ahí los servicios de vehículos compartidos: coche (carsharing), moto (motosharing), bici (bikesharing), incluso, como decíamos ayer, patinetes eléctricos recién llegados. Todos ellos han hecho cambiar distintos conceptos básicos, como el de la propiedad, que ha dejado de ser un factor fundamental, sobre todo en una franja de usuarios de entre 25 y 39 años, entre los que crece más el vehículo compartido.
Las ventajas de estas nuevas formas de movilidad para el usuario a nivel económico son evidentes, empezando porque cuesta menos que tener un vehículo en propiedad. Tan sólo se paga por el uso real del vehículo, sin costes mensuales o anuales; se incluyen los impuestos, el seguro y el coste del aparcamiento controlado. Y, evidentemente, no se necesita plaza de garaje.
Otras formas de movilidad compartida
Pero si el vehículo compartido forma parte de los nuevos hábitos de movilidad en las ciudades, no debemos olvidar que existen otros, algunos anteriores, incluso, como el denominado “carpooling“, un concepto que hace referencia al hecho de realizar un viaje en coche compartido. El propietario del coche se ofrece a compartir su vehículo con pasajeros que vayan a realizar el mismo recorrido a la misma hora, para desplazarse al trabajo, a la universidad, a otra ciudad o a cualquier lugar. En este caso, el conductor es el propietario y los usuarios utilizan plataformas digitales gratuitas para ponerse en contacto con los propietarios de vehículos.
Existen muchas plataformas en nuestro país de carpooling, aunque la más conocida es BlaBlaCar, en cuya aplicación los conductores registrados informan de sus trayectos, pudiendo los usuarios consultarlos y reservar plaza bajo las condiciones estipuladas en cuanto a precio, ruta a seguir, etcétera.
Otro medio de compartir vehículo es a través del “ridesharing“. Este sistema pone en contacto a los usuarios con conductores, tras solicitar el servicio, variando las tarifas según hora, lugar, etcétera. A este modelo pertenecen las plataformas que han entrado en conflicto con los taxis, como Über y Cabify.
Por fin, el Peer-to-peer Car rental o alquiler de particular a particular, otro interesante sistema de transporte colaborativo que está empezando a crecer. El sistema se basa en que el propietario de un vehículo lo pueda ofrecer cuando no vaya a utilizarlo, publicando online la disponibilidad del vehículo para informar a los usuarios potencialmente interesados, quienes pueden disponer de un coche por un intervalo de tiempo delimitado, pagando una tarifa acorde a la duración del alquiler. Este sistema es poco conocido en España, aunque ya existen empresas, como Peer-to-peer Car rental es SocialCar, que opera ya en 600 poblaciones de nuestro país.
La densidad del tráfico, la congestión, la contaminación, la falta de aparcamiento… todo ello hace que las ciudades cambien, porque todos creemos que es necesaria una movilidad sostenible y eso hace que sea posible la aparición de nuevos servicios como los que acabamos de citar. La pregunta que puede resultar interesante ahora es si veremos en breve crecer nuevas y diferentes formas de movilidad en las ciudades, porque estudios sobre tendencias hay muchos, pero la realidad se impone sobre todo lo demás.
“que opera ya en 600 ciudades de nuestro país.”
¿No son muchas ciudades en nuestro país, para ser un perfecto desconocido?