No es fácil entrar desde cero en el mundo de la automoción, está claro. Son muchas las startups que han surgido al amparo de la supuesta menor complejidad de los vehículos eléctricos. Pero la realidad es otra y lo demuestran empresas como Dyson y NIO. La primera ha abandonado la idea de desarrollar vehículos eléctricos y la segunda está al borde de la quiebra.
La aparición de los vehículos eléctricos, supuestamente menos complejos en cuanto a desarrollo, ha hecho proliferar diferentes startups en el mundo. Incluso impulsadas por el aparente éxito de Tesla, la idea parecía sencilla y atractiva. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles, ni Tesla ha conseguido dar beneficios anuales aún.
Además, es complicado competir con los grandes grupos de automoción. Si estos tienen problemas con la rentabilidad de los vehículos eléctricos, mientras dure la transición, los compensan con otras ventas. Eso, para las empresas jóvenes que comienzan no es una posibilidad. Además, es difícil abrirse un hueco entre las cada vez más numerosas ofertas de vehículos eléctricos y electrificados.
El caso de NIO
que la mejora del consumo de China y las transformaciones de la tecnología energética en la industria del automóvil, habían dado paso a la creación de una serie de nuevas compañías de vehículos eléctricos en el país, centradas en los mercados de nivel medio y alto.
Lo cierto es que NIO nació así en 2014 y que se vio favorecida por las ayudas impulsadas por el gobierno del país. La joven empresa llegó a acuerdos internacionales para desarrollar sus productos. Pero el último año, desde que empezó a cotizar en la bolsa de Nueva York, no ha sido fácil. Ahora se encuentra en una situación desesperada y sus acciones han caído en picado.
La compañía informó hace poco que había perdido 479 millones de dólares durante el segundo trimestre de 2019. Sus ingresos apenas fueron de 220 millones de dólares y su SUV eléctrico ES8 sufrió una importante caída de ventas. Además, acusa también la ralentización del mercado chino. Lo cierto es que en el presente 2019, ha tenido que despedir a muchos trabajadores y ha cerrado su oficina de Silicon Valley. También ha vendido su equipo de Fórmula 1, ha pospuesto la construcción de su propia fábrica y ha retrasado la fabricación de un nuevo sedán.
Y por si eso fuera poco, tuvo que llamar a revisión a 5.000 ES8 por un problema de batería. Eso supuso unos 49 millones de dólares a NIO.
En septiembre, el grupo se vio obligado a captar 200 millones de su consejero delegado y de uno de sus mayores accionistas. Pero no ha sido suficiente. La compañía todavía necesita más financiación y los analistas dan unas semanas de vida a la compañía si no encuentra financiación.
El caso de Dyson
Parece una advertencia para quienes están intentando irrumpir en este mundo de los vehículos eléctricos. Pero es que la advertencia no sólo se queda en NIO.
Hace pocos días hemos conocido que Dyson, la marca británica, abandona finalmente su proyecto de producir un vehículo eléctrico.
También hablamos de ellos hace un tiempo. En julio del 2018, decíamos que en 2021 tendría lugar el lanzamiento de su primer coche eléctrico.
James Dyson hablaba con ilusión, entonces, del proyecto. Él es el inventor de la aspiradora sin bolsa y el fundador de la compañía. Su objetivo era interrumpir en la industria automotriz tal y como lo habían hecho con sus nuevas e innovadoras aspiradoras. Partían de sus conocimientos en motores eléctricos y en baterías para hacer un producto fiable y atractivo. Pero no ha sido posible.
James Dyson acaba de explicar que, a pesar del gran esfuerzo realizado, no han conseguido ver la manera de hacer el proyecto comercialmente viable.
Aunque Dyson está cerrando su división automotriz, ha dicho que continuaría desarrollando sus baterías de estado sólido y otras tecnologías. Por lo pronto, seguirán dedicándose a sistemas de visión, robótica, aprendizaje automático e inteligencia artificial.