La carrera por la autonomía de los coches eléctricos motiva a investigadores de todo el mundo a encontrar nuevas tecnologías para mejorar el rendimiento de las baterías. Hoy hablamos de dos nuevos prototipos.
En primera lugar, ocupa nuestra atención la primera batería de energía atómica, llevada a cabo por la empresa china Betavolt. El potencial de esta tecnología es asombroso ya que, según afirma la compañía, esta batería puede ser utilizada durante 50 años.
Además, sabedora de todos los conceptos negativos que se asocian a la energía nuclear o atómica, Betavolt ha señalado que la batería ha pasado todas las pruebas de seguridad requeridas y que no son necesarios complejos procesos de reciclaje para los materiales radiactivos.
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La primera batería nuclear del mundo
BV100, la primera batería del mundo en funcionar con energía nuclear, hace uso de níquel-63, un material radiactivo emisor de electrones y equipa un semiconductor de diamente de tan solo 10 micras de espesor.
Entre las ventajas que destaca la compañía, figura su densida de potencia, unas 10 veces superior a la de las baterías de litio convencionales. Su capacidad de almacenamiento es de hasta 3.300 MWh, por lo que, según Betavolt, podría utilizarse durante 50 años ininterrumpidamente.
La batería de estado sólido desarrollada por investigadores de Harvard utiliza un ánodo de metal de litio en lugar de un ánodo de grafito. Según los investigadores, estos nuevos ánodos tienen diez veces la capacidad de los ánodos de grafito que se comercializan. Además, utilizan partículas de silicio de tamaño micrométrico para evitar que se formen dendritas en el ánodo.
Por el momento, estas baterías tienen el tamaño de un sello postal, pero se ha demostrado que, tras 6.000 ciclos de carga, son capaces de retener el 80% de su capacidad.
Principales ventajas de las baterías en estado sólido
La principal ventaja de las baterías en estado sólido es que son capaces de almacenar más energía haciendo uso de una cantidad mucho menor de materiales. Por ello, este tipo de baterías hace posible reducir en un 24% la huella de carbono de la batería de cualquier vehículo eléctrico.
Además, este tipo de baterías podrían costar menos que las baterías actuales, un hecho determinante para hacer que los coches eléctricos sean más baratos. Según BloombergNEF, una vez se produzcan a gran escala, las baterías en estado sólido podrían costar un 40% menos que las baterías de iones de litio utilizadas actualmente.
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