Un informe de la consultora McKinsey analiza el grave problema que vive la industria automotriz por la escasez de semiconductores. Además de examinar cómo ha surgido el problema, considera necesario abordar el desequilibrio de la demanda a nivel global. La solución no es fácil y menos con la rápida evolución tecnológica que exige la conectividad.
La industria del automóvil se está quedando sin chips. La escasez global de semiconductores comenzó tras el inicio de 2021 y ha detenido las líneas de montaje en todo el mundo. La espera ha ralentizado la producción de todo tipo de dispositivos: desde teléfonos inteligentes y electrodomésticos, hasta sistemas de asistencia al conductor.
Los principales fabricantes de automóviles ya han anunciado retrocesos significativos en su producción, reduciendo los ingresos esperados para 2021 en miles de millones de dólares. Y el problema es global, según comentábamos ayer.
Como empezó la escasez de semiconductores
El problema surgió en los primeros meses de la pandemia de COVID-19, cuando las ventas de automóviles se desplomaron en todo el mundo: un 80% en Europa, un 70% en China y casi un 50% en los Estados Unidos.
La falta de demanda de automóviles nuevos cerró temporalmente las fábricas de automóviles y envió a casa a millones de trabajadores. Mientras, los pedidos de semiconductores disminuyeron rápidamente: tanto los de sensores de combustible, como los de velocímetros digitales, pantallas de navegación, etc.
Sin embargo, el sector de la automoción no fue el único afectado, aunque en algunos sectores haya sido al revés. Y eso ha puesto en evidencia la fragilidad de la cadena de suministro, dependiente en gran media de Asia.
En esa línea, el teletrabajo y una mayor necesidad de conectividad en pandemia aumentaron la demanda de semiconductores de otros sectores.
Según el informe de McKinsey: la demanda real de semiconductores en la industria automotriz en 2020 estuvo por detrás de una estimación prepandémica en alrededor de 15 puntos porcentuales.
Durante el mismo período, la mayoría de los otros segmentos (con la excepción del sector industrial) experimentaron una rápida expansión. Eso representó un aumento medio del 5 al 9% en las ventas de semiconductores. Unos porcentajes que estaban muy por encima del crecimiento pronosticado.
En consecuencia, cuando la demanda del sector automotriz se recuperó en la segunda mitad de 2020, la industria de semiconductores ya había cambiado la producción para satisfacer la demanda de otras aplicaciones.
Según el informe, la industria de los semiconductores ha aumentado su capacidad de producción en casi un 180% desde el 2000. No obstante, su capacidad total está casi agotada con la alta tasa de utilización actual.
La industria automotriz
La propia cadena de suministro automotriz es complicada y difiere de otras industrias. Los plazos de entrega de los proveedores no se establecen mediante órdenes a largo plazo. Los compromisos de compra pueden ser de apenas unas semanas o pocos meses. Y nunca ha habido problema, porque la industria de la automoción ha sido estable hasta ahora. Pero la pandemia ha cambiado eso y los fabricantes de semiconductores han preferido la contratación sobre seguro y con plazos más largos y previstos.
Además, la mayor demanda de otros sectores ha hecho que la industria de semiconductores no esté preparada para responder como antes a la automoción.
Y, para terminar de incidir en el asunto, la evolución tecnológica, como el 5G, puede ahondar el problema. Es decir, que la demanda siga disparándose en otros sectores y que la automoción continúe viéndose afectada.
No es probable que la escasez global de semiconductores se resuelva a corto plazo. El informe sugiere que la capacidad de fabricación de semiconductores no satisfará la demanda, a corto plazo, de la industria automotriz. La causa también radica en los continuos aumentos en el volumen que requieren los fabricantes de vehículos. Y, además, a los niveles de sofisticación de los chips necesarios para impulsar nuevas tecnologías. Entre ellos, los sistemas avanzados de asistencia al conductor y la conducción autónoma.
Solución
No es sencilla la solución. El informe de McKinsey apunta a: negociaciones entre los actores; el empleo de chips con más funciones, más acordes con los utilizados por otros sectores; la firma de contratos con un riesgo compartido más equilibrado; una fabricación que siga los plazos establecidos en otros sectores; la revisión de estrategias para realizar peticiones de diferentes chips, etc.
Sin embargo, todo ello no parece que vaya a mejorar el problema de desabastecimiento. Puede ser que, finalmente, se llegue a la conclusión, como con las baterías de vehículos eléctricos, que la fabricación propia es la que puede evitar que se rompa la cadena y vuelva el desabastecimiento.
Para McKinsey:
“A medida que los fabricantes de automóviles reflexionan sobre sus próximos movimientos y los fabricantes de semiconductores luchan por mantenerse al día con la demanda, ambas industrias deben alinear sus estrategias a corto y largo plazo para capear la interrupción de la cadena de suministro con el mayor éxito posible”.