Los sistemas de asistencia suponen una importante evolución hacia la conducción autónoma. Sin embargo, el conductor sigue siendo vital en ese proceso. Somos quienes conducimos y rodeados de más funcionalidades, sistemas… y posibles distracciones.
Es innegable que el vehículo evoluciona hacia una conducción autónoma. Los mismos sistemas ADAS -sistemas avanzados de asistencia al conductor- , electrónicos, ayudan al conductor mientras conduce. Una interfaz segura entre conductor y vehículo favorece la seguridad, tanto del propio vehículo como la vial.
No obstante, sigue dependiendo de nosotros esa seguridad. Conducción, carretera y tráfico son responsabilidades que hemos de asumir coherentemente. Es algo que todos sabemos, pero que es bueno recordar de vez en cuando. Y eso es lo que ha querido hacer Carglass en un comunicado. La compañía hace hincapié en la necesidad de no distraernos al volante, pero también cuenta cómo ha evolucionado la información que el vehículo transmite al conductor.
En este sentido, indican que el 90% de la información que recibimos al conducir nos llega a través de la vista. Y que lo ideal es que el conductor no aparte la visión de la carretera para recibir información o manejar los controles. Persiguiendo este objetivo, la interacción entre conductor, vehículo y entorno ha evolucionado a pasos agigantados en los últimos años. Y el parabrisas juega un papel clave en esta evolución, con sistemas de proyección de información y de realidad aumentada.
Evolución hacia la conducción autónoma
Explican que el primer avance en este sentido fue colocar la instrumentación principal detrás del volante. Así el conductor no tenía que apartar la vista de la carretera. El Chrysler Imperial de 1937 ya lo incorporaba. Como consecuencia lógica, los principales mandos también se fueron acercando al volante.
El Head-up display –sistema que proyecta información en el parabrisas- supuso un nuevo paso. Fue desarrollado para los cazas de combate en los años 50. Sin embargo, y a pesar del concept de Chevrolet, el Corvette XP-856 Aero Coupe de 1965, hasta 1988 no se incorporó a los vehículos. Fue el Oldsmobile Cutlass Supreme el primero que lo introdujo. Finalmente, fue BMW quien popularizó este sistema a partir del Serie 5 de 2003.
De analógico a digital
Esta disposición básica está evolucionando a toda velocidad en los últimos años. Así, la instrumentación principal ha pasado de ser analógica, a una pantalla digital de alta resolución que permite múltiples configuraciones. Y la gran pantalla de la consola central se ha ido desplazando hacia el cuadro de mandos, fusionándose con él. En ambos casos, el objetivo es que todo suceda dentro, o cerca, del campo de visión del conductor.
BMW ha mostrado un concept car, el deportivo Vision M NEXT, con las opciones de control e información en tres niveles visuales. Y dentro del campo de visión directo del conductor.
- En el primer nivel está el volante, con dos pequeñas pantallas.
- El segundo nivel es una pantalla de cristal curvado transparente que se extiende alrededor de la parte superior del volante.
- El tercer nivel es el parabrisas, con una pantalla de realidad aumentada.
La información se estructura para proporcionar al conductor el contenido, en el momento y punto de visión adecuados. La más relevante, dependiendo de la situación se muestra, en el parabrisas. La menos importante, en las pantallas del volante.
Evolución e interacción
La evolución de los mandos, en o alrededor del volante, permiten que se activen al tacto. No es necesario apartar la vista de la carretera una vez acostumbrados. También han evolucionado los que están más alejados. Ahora incorporan nuevas tecnologías, como los mandos hápticos.
Pero sigue la evolución. Ahora los sistemas de control por voz son cada vez más naturales e incorporan inteligencia artificial. Eso sí, aunque no apartemos los ojos de la carretera, una conversación también puede despistarnos, incluso con nuestro coche.
Otro avance es el control por gestos: con un simple gesto de la mano se activan algunas funciones. El siguiente paso es el reconocimiento de la mirada y su interacción con la voz y los gestos. Así, nos comunicaremos con nuestro coche de un modo natural, de la forma más eficaz para cada situación y con un esfuerzo mínimo de atención.