España, sobre el papel, está inmersa, con armas y bagajes, en el consabido reto de la electrificación, la lucha contra el cambio climático y los compromisos de descarbonización.
Los vaivenes climáticos de los últimos tiempos (olas persistentes de calor, “filomenas”…), han ido creando una toma de conciencia favorable en los ciudadanos, que se preguntan qué están haciendo realmente los actores del sector del automóvil, públicos y privados, fabricantes y comercializadores.
A la cola en infraestructura de carga y ventas de vehículos eléctricos
Los datos son muy contundentes. Desde el punto de vista de las infraestructuras de recarga, el retraso, endémico, es evidente: a pesar de que han pasado, en nuestro país, de 8.500 a más de 13.000 en el último año, están muy lejos de las 45.000 previstas para fin de 2022. Además, cerca del 90% tan sólo cargan por debajo de 22 kW, sinónimo de muchas horas de espera para lograr una carga completa. A este ritmo, ¿cómo pretendemos llegar a 110.000 en 2025?. Y ya no quiero pensar en los 340.000 necesarios en 2030.
Precisamente en esa fecha, 2030, se supone, según el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), que en España debe haber un parque de vehículos electrificados (BEV+PHEV) de 3 millones de unidades. La situación, a día de hoy, es que hay un parque “etiqueta cero” de 162.000 unidades (0,5% del parque total), unas ventas en 2021 de este tipo de modelos, 100% eléctricos e híbridos enchufables, que asciende a 60.000 unidades. El objetivo 2022 es de 120.000…pero a fin junio no se han comercializado más que 40.000, de las cuales sólo 16.000 en eléctrico puro.
La cuota de mercado se queda en un 8,5%, cuando nuestros vecinos nos doblan (Francia, 19,9%; Portugal, 21,5%), para una media en la UE 20, de, casualidades, un 20%.
Las emisiones de CO2 han bajado, sí, de 132 a 124 gramos, pero están muy lejos del objetivo de 95.
Un ritmo de crecimiento, pues, claramente por debajo de las expectativas, y no será porque los fabricantes no hayan lanzado al mercado toda suerte de versiones electrificadas.
¿Qué se puede hacer para reducir la brecha de electrificación con Europa?
El barómetro de la electromovilidad de ANFAC nos muestra, trimestre a trimestre, que, a pesar de la evolución positiva, cada vez nos distanciamos más y más de Europa.
Hay “brotes verdes” esperanzadores, sí, por parte del sector privado. La producción de vehículos electrificados en España se ha multiplicado por 11 entre 2019 y 2021, alcanzando este año las 195.000 unidades. Si bien sólo suponen el 9% de la fabricación total en nuestro país.
En un contexto de precios elevados de los modelos electrificados (fruto, en parte, de las aún bajas cadencias de fabricación y del precio elevado de las baterías) y con un coste al alza de la electricidad, se hace más que nunca necesario un impulso decidido por parte de las administraciones públicas en materia, en primer lugar, de infraestructuras de recarga, para recortar la importante brecha que nos separa de su nivel idóneo. Máxime en unos vehículos que ofrecen todavía un nivel de autonomía al 50% de los modelos térmicos.
En segundo lugar, creando un marco fiscal favorable que modere la percepción de precio frente a los modelos no electrificados. Recordemos que pagan el mismo IVA, sin ir más lejos…
Por último, poniendo en marcha un sistema de incentivos ágil y eficiente, homogéneo en todo el territorio nacional.
Solamente de esta manera podremos recuperar el retraso perdido y poder alcanzar en 2030 las ambiciones que nos hemos fijado, por el bien de toda la sociedad y por no perder el tren del negocio de la llamada “Nueva Movilidad”, que está previsto que genere más de 300.000 millones de euros , 54.000 millones de inversión y un millón de puestos de trabajo en España.
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