Pese a que la adopción de los vehículos eléctricos comienza a acelerarse, el sector del transporte sigue siendo el responsable de cerca del 33% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2).
A fin de lograr los objetivos de descarbonización en este sector, cada día son más las soluciones que se desarrollan para conseguir una disminución significativa de las emisiones asociadas a la movilidad.
Una de ellas es la integración de módulos fotovoltaicos, dando lugar a los llamados coches solares. En este campo, investigadores de ULisboa Sciences y el Instituto Dom Luiz, en colaboración con socios de Francia, han publicado un estudio en el que se analiza el potencial de esta tecnología en entornos urbanos, en concreto, en 100 ciudades de los cinco continentes.
El proyecto Solar Cars de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa es una iniciativa de ciencia ciudadana que tiene como objetivo recopilar datos experimentales sobre el potencial solar de los vehículos eléctricos. Las mediciones se realizan a bordo de vehículos de voluntarios dispuestos a aprender más sobre el papel de la energía solar para una movilidad más sostenible y a participar en un proyecto científico.
La campaña experimental consiste en recoger datos georreferenciados de la radiación solar, colocando en el techo de un vehículo un sensor capaz de realizar este tipo de mediciones. Los sensores son autónomos, ya que se cargan con energía solar, y envían los datos a la nube.
La autonomía que consiguen los coches solares
Los resultados del estudio arrojan que los coches solares son capaces de generar una autonomía de entre 11 y 29 kilómetros diarios, lo que puede reducir a la mitad las necesidades de carga de un vehículo eléctrico.
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Pese a ello, una de las dudas que más surgen al respecto de esta tecnología es qué hacer si el vehículo circula por zonas de sombra o si las condiciones meteorológicas no favorecen la carga del vehículo. Para ello, el estudio indica que las pérdidas asociadas a las zonas con sombra son del 25%, por lo que son significativas.
Para evitar este problema, el estudio identifica una serie de regiones en las que la implantación de esta tecnología sería más viable. Estas zonas son ciudades de África, Oriente Medio, el sur de Europa y el sudeste asiático. De igual manera, encuentra interesante algunas localiaciones de China, Norteamérica y Australia.
Un desafío político y tecnológico
La transición hacia la movilidad eléctrica es un proceso en el que el apoyo gubernamental, con regulaciones favorables, es un aspecto fundamental. El estudio portugués abre las puertas a una tecnología que podría ser viable, pero debe contar con un respaldo institucional férreo para poder desarrollarse.
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