Arval considera que la electrificación es un “proceso imparable” o una “realidad consumada“, tal y como dice su último Observatorio. En consecuencia, y con ayuda de especialistas, ha decidido responder a las preguntas que reciben sobre la transición al vehículo eléctrico. Los temas más recurrentes tienen que ver con utilización y costes, perspectivas de futuro, precio o seguridad.
Sobre las baterías, hace un tiempo que la compañía lanzó una completa aclaración de dudas. Y sobre la transición a la movilidad eléctrica, como dijimos hace meses, Arval ha desarrollado “sMaRT”, un enfoque integral sobre objetivos de movilidad y responsabilidad sostenibles.
1- Contratar el renting de un VE
La sustitución a vehículos eléctricos supone un fuerte desembolso. El renting ofrece, en contrapartida, diferentes ventajas: flexibilidad; englobar todos los servicios en una única cuota; minimizar el impacto económico; y permitir un ahorro de tiempo y recursos al simplificar la gestión de los vehículos de una empresa.
Además, un coste de uso inferior, en relación al consumo y mantenimiento. Asimismo: el acceso ilimitado a los centros urbanos; el aparcamiento gratuito; la contribución a la mejora de la calidad de aire de las ciudades; y el cumplimiento de objetivos de RSC.
2- Vehículos eléctricos en flota o en un único vehículo
Los vehículos eléctricos ofrecen un gran potencial para las flotas o para autónomos, pero es necesario el asesoramiento de expertos. En esa línea, Arval ofrece la auditoría SMaRT de la flota y el asesoramiento especializado.
3- La cuestión de la autonomía
La capacidad de la batería hace que los vehículos eléctricos tengan más o menos autonomía. A grosso modo, cada kWh de batería equivale a 10 kilómetros de autonomía, aunque en la vida real esa cifra se puede reducir a la mitad.
Existe una sencilla forma de calcular la autonomía aproximada. En un coche pequeño, multiplicando la capacidad de la batería por el factor 7,5, por ejemplo, en un Renault Zoe de 40 kWh, nos saldría una autonomía de 300 kilómetros. En un coche mediano, el factor es 7; y en uno grande, 5.
4- Consumo de energía
El consumo de un coche eléctrico es muy sensible al tipo de conducción, el tipo de vía, las condiciones climáticas y el uso del sistema de climatización. Como en un automóvil convencional, el peso y la potencia del vehículo también influyen.
La horquilla de consumo “normal” va de los 10 kWh/100 km a los 25 kWh/100 km. El primero, con un coche y conducción muy eficientes en ciudad; el otro, con un coche más potente y en carretera.
De todas formas, el andar suave y silencioso y la autonomía incitan a los conductores de un VE a realizar una conducción más eficiente.
5- Coste real de uso
Un vehículo eléctrico consume menos que uno de combustión y la electricidad es más barata. El coste de energía de un VE medio -como un Peugeot e-208- para 100 km oscila entre 0,50 y 2 euros (según la tarifa eléctrica); eso, frente a los 5 euros/100 km de su versión diésel equivalente.
El mantenimiento de un vehículo eléctrico también es entre un 30 y 40% más económico, dependiendo del modelo y segmento. Tienen menos averías, menos piezas de desgaste y líquidos que cambiar, además de gastar menos neumáticos y pastillas de freno.
Por otro lado, las baterías, los motores eléctricos y la electrónica asociada, requieren poco o ningún mantenimiento periódico. En consecuencia, el coste de propiedad de irá poco a poco alcanzando la paridad con los de combustión. Eso es algo que ya ocurre con algunos segmentos en ciertos países.
6- Oferta y demanda de modelos
Va a crecer la oferta y la demanda de modelos. La oferta de modelos electrificados en 2021 sumará más de 220 modelos, lo que supone casi cuadriplicar los que estaban disponibles en 2018. Y se prevé que este número crecerá hasta más de 325 modelos en 2025.
La demanda también crece al mismo ritmo; ya hay vehículos electrificados en todos los segmentos. El parque mundial de estos vehículos es de 8,5 millones de unidades. Y sus ventas van a seguir creciendo año tras año. En 2026 van a suponer el 50% del mercado europeo de coches nuevos; y en 2030 coparán el 70% del mercado. A nivel mundial, ese año habrá un parque estimado de coches electrificados de 116 millones de unidades.
7- Bajarán los precios
El precio de un coche eléctrico depende, en gran medida, de las baterías. La diferencia de precio de los de combustión se irá reduciendo año tras año por la reducción del precio de las baterías.
Se considera que la paridad de precios entre diésel o gasolina y eléctricos se logrará cuando el precio de las baterías alcance los 125 $/kWh. Los economistas consideran que los costes de las baterías se reducirán en más del 50% en 2025. Los precios de las baterías van a evolucionar de los 1.100 $/kWh en 2010 a los 87 $/kWh estimados en 2025 y 62 $/kWh en 2030.
Además, las cada vez más estrictas normativas irán incrementando el precio de los vehículos de combustión. Y las ayudas públicas ayudarán, aunque acaben desapareciendo en el tiempo.
8- Conducir un VE
No hay grandes diferencias con un coche convencional en los aspectos básicos de la conducción. Si acaso, que los coches eléctricos son siempre automáticos (no tienen cambio de marchas); asimismo, que retienen más al soltar el acelerador por el sistema de recuperación de energía; o que el empuje al acelerar es instantáneo.
9- Son coches seguros
Hasta el punto de que pasan con creces las pruebas de seguridad a las que los someten. Su mayor peso, el reparto equilibrado de ese peso y el bajo centro de gravedad hacen que tengan gran estabilidad. Y no tienen riesgo de “descargas” ni de “incendios”. Su seguridad es equivalente a la de un coche de combustión en estos aspectos, gracias a blindajes y protecciones.
10- La recarga y la recomendación de Arval
En cuanto a cuándo y dónde cargar la batería, o el tiempo de recarga, son aspectos cada vez más del día a día. Arval recomienda contar con una infraestructura en las empresas o en las viviendas particulares adecuada a las necesidades, algo que también analiza la compañía.