El Renault Twizy es un concepto diferente de movilidad. No es una moto ni tampoco es un coche. Su utilidad en zonas urbanas es indiscutible y está marcando un camino a explorar por otros fabricantes.
El concepto: buen rollo urbano
Como diría aquel aquí lo importante es el concepto. Y el Twizy es un concepto. Un vehículo que permite desplazar a dos personas, eléctrico, manejable, silencioso y seguro. No hay más cosas de las necesarias dentro del habitáculo, pero tampoco hay menos. Algo lógico para un vehículo que no tiene con que cerrar sus puertas (si las tiene). Renault ha querido hacer un coche que, aparcado, sea una moto.
El Twizy transmite buenas sensaciones. Es un vehículo que no molesta, no hace ruido, no echa humo, no ocupa apenas espacio. No es agresivo con los demás y eso se refleja en la cara de la gente que lo ve pasar. Es un vehículo simpático, parece un juguete, aunque ni de lejos lo es, y atrae las miradas tanto de mayores como de pequeños. La mayor sorpresa ocurre cuando descubren que detrás del conductor ¡puede ir perfectamente un adulto! Aunque desde fuera lo parezca no hay una plaza y media, hay DOS.
En la mente del observador se lee “… ¿Y porque yo llevo una máquina de más de una tonelada, humeante, ruidoso y caro si en ‘eso’ llegaría igual?”.
En Madrid, donde el Twizy es una rara avis, la gente no deja de mirarte. Eso los dos primeros días está bien, el tercero cansa, porque resta algo de intimidad. Es el precio que paga el pionero.
El manejo: simple
Dentro todo es muy sencillo. Volante (con airbag), palancas para intermitentes, luces y limpiaparabrisas. La “caja de cambios” son dos botones marcados como D y R, hacia delante y hacia atrás. Pulsando los dos a la vez pasa a la posición neutra. Está al lado izquierdo, lo que es algo incómodo, pero con las pocas veces que se usa, no es algo importante. Un pedal para acelerar y otro para frenar. Dos guanteras sobre el salpicadero, la de la derecha va cerrada con llave. Detrás del respaldo del asiento trasero hay un pequeño hueco, también cerrado con llave, que sirve para llevar un ordenador o un bolso pequeño.
Bajo el salpicadero está el freno de mano. Tirando hacia nosotros se activa. Para que nadie se lo lleve, porque no hay posición P (parking) que bloquee las ruedas, no se puede quitar sin tener el contacto puesto. El asiento delantero lleva dos cinturones de seguridad, uno convencional de tres puntos que sale del lado izquierdo y otro, en el lado derecho, en el que únicamente se introduce el brazo. En las pruebas de impacto se comprobó que era necesario para que el cuerpo no se salga del habitáculo en caso de un choque lateral.
Girando la llave se pone en marcha pero no hay sonido mecánico que lo advierta. Un pitido y una indicación (GO) en el tablero nos lo avisan. Ya en marcha un enorme display azul informa sobre la velocidad y los kilómetros recorridos y un ordenador de a bordo sobre la autonomía de la batería, basada en los últimos 150 km recorridos. En la parte superior una barra de potencia indica cuanto le estamos exigiendo al motor o si estamos regenerando energía y almacenándola en la batería. También se puede consultar una “puntuación ecológica” en el Eco Score que nos da una idea de lo eficientes que estamos siendo.
Por la ciudad: el rey
Por la ciudad el Twizy es casi el rey. Su impulsión eléctrica le permite salir el primero en muchos semáforos y sacarnos de los apuros de la circulación urbana con mucha facilidad. La maniobrabilidad es indiscutible. Con casi 3 vueltas de volante gira en un círculo de 6,8 m de diámetro. No hay dirección asistida ni tampoco le hace falta. Las ruedas se mueven sin tener que hacer mucho esfuerzo incluso en parado.
El Twizy también frena. No hay ABS por lo que si se pisa con mucha fuerza el pedal las ruedas se bloquean y si la calzada está mojada podría llegar a patinar. Pero en general el freno funciona con eficiencia y permite detenerse sin dificultad.
A bajas velocidades es prácticamente insonoro, tanto que Renault ha incorporado una pequeña bocina para avisar a los peatones de su presencia. Esta situación provoca la sonrisa de los peatones y un poco más de “buen rollo”. Mejor así porque la “bocina oficial” que Renault ha puesto a su coche más pequeño es la de alguno de sus camiones más grandes.
Si aumentamos un poco el ritmo oiremos el ruido eléctrico del motor y todos los ruidos aerodinámicos del mundo. El habitáculo, a pesar de que el modelo de prueba llevaba puertas y ventanas, no está cerrado y ni siquiera aislado, por lo que a ciertas velocidades, pasando de los 30 ó 40 km/h los sonidos son muy variados. Esta falta de aislamiento puede producir que entre agua en el habitáculo cuando llueve y que haga frío. En cualquier moto sería peor. Su autonomía por ciudad, con constantes aceleraciones y deceleraciones, puede llegar fácilmente a los 80 kilómetros sin tener que volver a cargarlo. No hay frenada regenerativa pero si recuperación de energía cuando se levanta el pie del acelerador.
El Twizy está preparado para poder ser recargado en cualquier enchufe. La carga total puede tardar algo más de 3 horas y en una hora es capaz de recuperar el 60% de la batería.
Por la carretera: pierde la gracia
El Twizy no lo inventaron para circular por carretera. Ni siquiera por una de circunvalación. El mayor problema que surge aquí es que la pérdida de la autonomía es brutal. Sin las recuperaciones de las frenadas y desaceleraciones urbanas el Twizy “se pierde” y pocos kilómetros podremos recorrer así. Sí puede admitir pequeños trayectos de este tipo, pero si estos son muy largos no nos servirá.
A esto hay que unir esos ruidos aerodinámicos de los que hablábamos a 40 km/h. A 80 km/h que es la velocidad limitada electrónicamente ruidos aerodinámicos se multiplican hasta el infinito.
¿Para quién?
Su uso diario es ideal para el trabajo si no hay que recorrer más de 70 kilómetros, sin abusar de tramos de carretera y autovía y, aun mejor, si se dispone de un punto de recarga en el destino para recuperar algo de energía.
Para la gente que se mueve habitualmente por la ciudad sin hacer muchos kilómetros. Para quien utilice habitualmente una moto y sienta los peligros cada vez más cerca. Para quien se desplaza en un coche con la mayoría de las plazas vacías y quiera economizar estos desplazamientos. El Twizy puede “robar” clientes a los fabricantes de motos y a los de coches porque se mueve entre esos dos mundos como pez en el agua.
Características de la unidad de prueba
Versión: Twizy Technic.
Opciones: Protecciones laterales y ventanillas.
Precio: 9.674 € sin ayudas del Gobierno.
Los cuadriciclos ligeros cuentan con una ayuda de 2.200 € por ser un cuadriciclo pesado con lo que el precio se reduciría a 7.474 €.
Aunque en un artículo posterior ampliaremos esta información y daremos las características de cada opción es necesario aclarar que existen dos potencias distintas combinadas con dos acabados diferentes. Los Twizy 45 son cuadriciclos ligeros de 4 kW de potencia. Los Twizy “a secas” son cuadriciclos pesados de 8 kW de potencia.
Los acabados Urban y Technic aportan al segundo algunas características estéticas. Las puertas y las ventanas son opcionales en los dos.
Estudio económico
Además de una ampliación de las características técnicas en un próximo artículo trataremos el tema económico del Twizy. Compararemos su amortización respecto a un utilitario básico y una scooter de 125 cm3. Como adelanto podemos decir que, de momento, la movilidad eléctrica tiene una asignatura pendiente con el precio de los vehículos y el Twizy tampoco la aprueba.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.