El e-commerce, las entregas de última milla y las Zonas de Bajas Emisiones están muy de actualidad. El comercio electrónico crece y no menos las devoluciones, lo que incide directamente en el medio ambiente de las ciudades. Hemos querido saber algo más de estos temas, para lo que hemos entrevistado a May López. Es, además de una experta, directora de Desarrollo y portavoz de la plataforma Empresas por la Movilidad Sostenible. Asimismo, es impulsora del Movimiento EntregaSostenible.org y de la iniciativa TOOLBOX ZBE.
Es innegable que el e-commerce está creciendo con fuerza. Eso puede presentar varios problemas para avanzar hacia un entorno más saludable. Una consecuencia obvia de la logística y, especialmente, en las ciudades.
-¿Cómo está siendo la evolución del comercio electrónico en nuestro país?
-El comercio electrónico, y concretamente el B2C, es decir, la compra online con entrega directa al consumidor final, viene creciendo a un ritmo de dos dígitos por año. En España, la facturación del e-commerce ha batido un nuevo récord. Ha aumentado un 33,1 % interanual en el segundo trimestre de 2022. Y ha alcanzado los 18.190 millones de euros, según los últimos datos publicados por CNMC.
Teniendo en cuenta la evolución de los últimos años, y comparándonos otros países, es probable que el e-commerce siga creciendo en los próximos años. Eso sí, a un ritmo más sostenido.
-¿A qué conlleva el incremento del e-commerce, en relación con la Movilidad Sostenible?
-No debemos olvidar que este modelo de compra tiene un alto impacto. Y tanto en la movilidad en las ciudades, como en el medioambiente. El B2C genera grandes ineficiencias en sus procesos. Está caracterizado por la entrega desconsolidada de pequeñas cantidades de pedido en domicilios particulares, ubicados, además, en zonas urbanas. Éstas no disponen de zonas habilitadas para la entrega, ni de un horario comercial definido, como ocurre con las entregas en tienda o empresa. Por tanto, provocan muchas ineficiencias e impactos negativos. Impactos que se producen no solo en la entrega, sino también en el proceso de devoluciones. Es también superior en la venta online frente a la venta tradicional.
También debemos tener en cuenta el concepto de superurgencia. Está aumentando a un ritmo del +10 % anual para los envíos en menos de 24 horas; y del +36 % de entregas en el mismo día. Este aspecto hace que los vehículos no vayan optimizados y necesitemos más vehículos para repartir o recoger la mercancía. En consecuencia, los impactos directos e indirectos en la movilidad de las ciudades aumentan.
De hecho, se estima que para 2030 las emisiones generadas por las entregas de última milla podrían crecer más de un 30% en las ciudades más grandes del mundo. Esto sumaría 25 millones de toneladas anuales de CO2 a las emisiones totales que provocan el cambio climático. Además, a este impacto debemos añadir el impacto en la calidad del aire. Es uno de los grandes problemas en las ciudades y del que el transporte es responsable del 40 %. Asimismo, el impacto en la siniestralidad, otro factor que también está creciendo de forma directa y relacionada.
Por ello, es fundamental que el e-commerce sea sostenible.
-También crecen de forma exponencial las devoluciones, especialmente en algunos momentos del año. ¿Realmente somos conscientes del impacto de nuestras devoluciones, tanto a nivel medioambiental como económico y social?
-No, no somos conscientes. Nos han educado a creer que las devoluciones son gratuitas. Pero la realidad es que nunca lo han sido, pues tienen un coste social, económico y ambiental. Y, además, suponen un reto para muchas empresas. Por eso, ya estamos viendo cómo muchas empresas, algunas muy importantes, están poniendo precio a las devoluciones.
Del informe ‘La sostenibilidad en el e-commerce actual. El impacto de nuestra decisión de compra’, de la EAE Business School, además de evidenciar que somos el 4º país europeo con más devoluciones, muestra datos relevantes sobre las devoluciones. De hecho, entre el 2019 y el 2021 el incremento en devoluciones fue del 129 %.
En esa línea, el wardrobing y bracketing son prácticas que no dejan de crecer y que el 40% de los compradores asumen haber realizado. Recordemos que esta terminología describe hábitos de compra perversos. Aquirimos productos sabiendo que los vamos a devolver (compro dos tallas o dos colores, o compro un producto “saco una foto” y lo devuelvo…).
“Las devoluciones tienen un coste social, económico y ambiental”.
Este incremento en las devoluciones lleva asociado la destrucción de la mercancía. Sobre todo, cuando el producto se adquiere a través de un marketplace. Como referencia, sólo un centro de un conocido marketplace destruía diariamente en Madrid 5 trailers de devoluciones. Y sólo en EEUU, en 2020, se enviaron a vertedero 2,6 millones de toneladas procedentes de las devoluciones.
Por ello, debemos trabajar para no incitar a esa compra compulsiva usando la devolución gratuita como argumento. Trabajar para que no se produzcan devoluciones y, de producirse, que se realicen de forma más sostenible. Es decir, en tienda física o llevando el paquete al punto de recogida más cercano. Además, es fundamental informar de cuándo se va a recoger la devolución. Asimismo, cómo se ha de tener preparado el envío para que en el proceso no se generen más incidencias. De esta forma, se evitarán las recogidas fallidas que pueden darse al solicitar la entrega del paquete en una dirección concreta. Y, con ello, se minimizará el impacto generado por el transporte.
Estas y otras muchas son acciones que están compartiendo las organizaciones que están en el movimiento entregasostenible.org. Todas ellas buscan minimizar los impactos.
-¿Qué otras actitudes deberíamos tener los consumidores, con respecto al comercio electrónico, para ayudarlo a ser sostenible?
-Debemos ser conscientes del poder del neuromárketing que nos incita a un sobreconsumo. Es lo contrario a lo que establece el ODS 12 (Consumo y producción sostenible. Pero también debemos ser conscientes del poder que tiene nuestra decisión de compra.
Como consumidores, podemos practicar un consumo responsable que impulse cambios. ¿Realmente necesitamos lo que vamos a comprar? En nuestras manos está comprar solo aquello que verdaderamente necesitemos. Igualmente, priorizar la compra de productos de proximidad, duraderos o de segunda mano. Incluso, premiar a aquellas organizaciones y productos que emplean criterios de sostenibilidad… Y, por qué no, penalizar a aquellas que están promoviendo y realizando prácticas insostenibles.
-¿Las recién creadas Zonas de Bajas Emisiones son o pueden ser un problema para el comercio electrónico? ¿Cómo están respondiendo las empresas de logística a la creación de las ZBE?
-El establecimiento de ZBE busca mejorar la calidad del aire de las ciudades, contribuir a frenar el cambio climático, reducir la contaminación acústica y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.
Uno de los puntos que deben incluir las ZBE es que se haga una distribución de mercancías sostenible. Que se fomente el uso de la ciclologística y de vehículos cero emisiones, entre otras medidas. Pero, aunque existen unas Directrices para la creación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), no está claramente identificado cómo ha de ser esa distribución. De ahí que sea clave buscar la colaboración público-privada para garantizar que haya una homogeneidad en las normativas. Muchas empresas que realizan esa distribución urbana de mercancías operan a nivel nacional.
De ahí la importancia de iniciativas como TOOLBOX ZBE. La iniciativa cuenta con el apoyo del MITMA, la DGT y la Fundación CONAMA. Y tiene como objetivos: fomentar la colaboración público-privada y facilitar la toma de decisiones de manera más eficiente; saber qué hay que hacer -y sobre todo qué hay que evitar-; y generar impactos positivos que redundan en una sostenibilidad ambiental, económica y social.
“Diferenciemos entre lo que necesitamos y lo que compramos bajo ese neuromárketing del que no somos conscientes”.
Probablemente las ZBE comiencen a poner un poco de sentido común en lo que al ecommerce se refiere. Diferenciemos entre lo importante y lo urgente (que no todo es tan urgente). Entre lo que necesitamos y lo que compramos bajo ese neuromárketing del que no somos conscientes. Y del coste directo e indirecto de la comodidad de que me lleven algo a mi casa (aunque no esté) y recogerlo en la tienda del barrio generando así un valor local. Entre las organizaciones que sí son sostenibles y fomentan prácticas sostenibles que nos revierten en nuestro bienestar de las que dicen pero no hacen y fomentan modelos insostenibles y que nos están costando mucho a todos.
Tenemos ejemplos de empresas de transporte y logística, como Nacex o Ader, ambas miembros del movimiento entregasostenible.org. Llevan años impulsando un e-commerce sostenible. El comercio electrónico debe verlo como una oportunidad, porque además no tiene marcha atrás. Y sólo aquellas organizaciones que sepan adaptarse, saldrán reforzadas.
Agradecemos a May López su amabilidad con nosotros. Seguiremos la evolución y las tendencias del e-commerce, para lo que nos permitimos contar con su opinión como experta. ¡Gracias y hasta pronto!