La conducción autónoma es el futuro, pero está aún lejos de materializarse, y no por cuestiones tecnológicas. Los coches autónomos y conectados permiten la comunicación y el intercambio seguro de datos entre vehículos, usuarios e infraestructura. Pero eso añade un problema más: la posibilidad de hackear los vehículos autónomos.
El último aviso sobre la posibilidad de hackear los vehículos autónomos ha partido de un investigador de Harvard. Y son muchas las voces que se alzan desde hace tiempo en esta línea.
La tecnología de coches autónomos, de la que hablamos a menudo, es el futuro, no hay duda. El coche autónomo puede mejorar la seguridad vial, evitar accidentes, incrementar la eficiencia global del tráfico, optimizar el consumo del combustible, etc…
De hecho, vemos cómo día a día los fabricantes van añadiendo tecnología de diferentes niveles a los vehículos. Los niveles establecidos internacionalmente son 5. Desde el nivel 0, donde ningún ordenador controla nada, hasta el nivel 5, donde la conducción no requiere control humano.
Los niveles 1 y 2 son los que utilizan sistemas muy actuales, como control de crucero, GPS, limitador de velocidad, frenada de emergencia… A partir del nivel 3, los vehículos pueden conducir de forma autónoma.
Inconvenientes
Está claro que las nuevas tecnologías conllevan muchos beneficios, pero también inconvenientes. Un tema muy importante es el que ha surgido con respecto a la posibilidad de hackear los vehículos autónomos. Y ya hace tiempo que los ciberexpertos alertan de ello.
El proyecto europeo “Trustonomy Building Acceptance and Trust in Autonomous Mobility” contempla, entre otros, este aspecto. El proyecto, que es parte del programa Horizonte 2020, reconoce:
“A pesar de los avances tecnológicos en el transporte conectado y automatizado, la transformación total del transporte existente en un sistema totalmente autónomo está aún a décadas de distancia”.
Y:
“La visión de Trustonomy (un neologismo de la combinación de confianza + autonomía) es maximizar la seguridad, la confianza y la aceptación de los vehículos automatizados ayudando a abordar los desafíos técnicos y no técnicos…”.
Uno de los investigadores de este proyecto es el matemático español David Ríos. Protagoniza una curiosa serie de llamados It’s a risky life! del canal del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) en YouTube. Muestra cómo nos ayudan las matemáticas en nuestro día a día. Pero también habla de algoritmos para dar respuesta a situaciones en la conducción autónoma.
Hackear los vehículos autónomos
Según explica, los problemas del coche autónomo son, entre otros:
“Tenemos dos clases de problemas: el hecho de que el comportamiento de los coches autónomos sea demasiado rígido ante situaciones inesperadas y la posibilidad de sufrir un ataque, es decir, que alguien pueda ‘hackear’ el sistema y convertir el vehículo en un arma terrorista”.
Las respuestas ante situaciones inesperadas o extraordinarias serán temas que están resolviendo día a día. Pero, ¿qué pasará si alguien decide hackear los vehículos autónomos? Los coches conectados permiten la comunicación y el intercambio seguro de datos entre vehículos, usuarios e infraestructura. Pero, ¿se puede hackear esa seguridad?
El matemático apunta:
“Los coches autónomos llevan sistemas de visión y procesamiento de la información, de manera que cuando identifican a personas que van a cruzar frenan. Pero bastaría con alterar unos cuantos píxeles de la imagen para que esos peatones desaparecieran para el algoritmo y el automóvil se los llevara por delante. Esto podría convertirse en una nueva herramienta para terroristas”.
Imaginemos un posible escenario en el que un hacker entre en el sistema del vehículo y decida alterar la velocidad para arrollar viandantes. Incluso, pensamos en un hackeo masivo de los vehículos en una gran ciudad. ¿Sería posible paralizar un núcleo urbano?
Y aún más, ¿existiría la posibilidad de llegar a un vehículo concreto y producir un fallo generalizado?
Investigadores de diferentes lugares alertan sobre este tema y se seguirá debatiendo sobre ello. Queda mucho por hacer y trabajar, ¡no cabe duda!