- La movilidad sostenible necesita objetivos alcanzables y políticas con pies en la tierra para no quedarse sólo en papel mojado.
- España y Europa deben ajustar sus estrategias de movilidad sostenible a la realidad tecnológica, económica y social.
- Aprobada la Ley de Movilidad Sostenible: qué supone
El debate sobre cómo hacer sostenible la movilidad no es solamente una cuestión de ideales verdes, también de sentido común. La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) lo ha vuelto a recordar con claridad: las normas europeas de reducción de CO₂ deben estar en línea con las capacidades reales de la industria de la automoción y de los consumidores. No basta con marcar metas lejanas si el camino hacia ellas está lleno de obstáculos que nadie está quitando del medio.
Desde la asociación, se subraya que la cooperación entre gobiernos, empresas y ciudadanía es la única vía para alcanzar una movilidad verdaderamente sostenible. España, que prepara su Plan AUTO 2030-2035, necesita escuchar a su propio sector antes de comprometerse con estrategias que podrían ser imposibles de cumplir. Y es que las cifras no mienten: los coches eléctricos siguen representando una porción pequeña del mercado, con apenas un 8,4 % de las ventas en nuestro país.
La realidad, dicen desde ANFAC, es que los objetivos actuales de reducción de emisiones para 2030 y 2035 son difíciles de lograr. Para que la transición funcione, se requiere un enfoque más flexible, menos dogmático y que tenga en cuenta todos los factores que sostienen la cadena industrial y el empleo.
Movilidad sostenible: una transición que no acaba de despegar
Las ventas de vehículos eléctricos avanzan más despacio de lo previsto. Sin embargo, España no se atreve a abrir del todo la puerta a la neutralidad tecnológica después de 2035, algo que el sector considera clave. La diversificación, desde los vehículos híbridos enchufables hasta los de hidrógeno, puede marcar la diferencia entre un plan viable y uno destinado al fracaso.
ANFAC defiende que, para que el cambio funcione, debe existir una red sólida de recarga, inversiones en la red eléctrica y normas que faciliten el uso real de los vehículos eléctricos. Las ayudas deben ser constantes, no campañas esporádicas. Sin un marco estable, ni las empresas invertirán ni los consumidores se atreverán a cambiar de coche.
En el caso de las furgonetas y vehículos comerciales ligeros, la situación es aún más crítica. Con una cuota inferior al 6 % en eléctricos, los objetivos de 2030 parecen fuera de alcance. Las pequeñas empresas, que dependen de estos vehículos, no pueden asumir costes tan altos ni la pérdida de autonomía que supone pasarse a lo eléctrico.
Lo que España necesita para una movilidad sostenible real
El éxito de la movilidad sostenible en España dependerá de algo más que leyes bien redactadas. Hará falta infraestructura, coherencia regulatoria y un compromiso ciudadano que todavía no termina de cuajar. La nueva Ley de Movilidad Sostenible apunta en esa dirección: zonas de bajas emisiones obligatorias, planes de movilidad en grandes empresas y estaciones de servicio con puntos de carga rápida. Pero la realidad sobre el terreno muestra carencias claras.
El transporte público sigue necesitando más inversión y coordinación. Autobuses, trenes y tranvías deben operar con energías limpias y cubrir realmente las necesidades de quienes viven fuera de los grandes núcleos urbanos. Según el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, la mejora de la red será esencial para que la ciudadanía confíe en dejar el coche en casa.
A ello se suma la necesidad de reforzar las infraestructuras para peatones y ciclistas. La llamada “movilidad activa” gana terreno, pero todavía tropieza con calles mal adaptadas y carriles bici interrumpidos. La digitalización, por su parte, puede ser la herramienta que conecte todos los modos de transporte, pero sólo si se integra en una estrategia global y accesible.
Cambiar la mentalidad para que la sostenibilidad sea posible
Más allá de la tecnología o la legislación, la transformación de la movilidad pasa por las decisiones diarias de las personas. Aunque la sostenibilidad importa, la mayoría sigue eligiendo el coche privado por comodidad o falta de alternativas. Según expertos en movilidad sostenible, el envejecimiento del parque automovilístico y la prudencia económica están frenando la renovación hacia vehículos de cero emisiones.
A la vez, crece el uso de la bicicleta y el transporte público en las ciudades. Este cambio de hábitos es esencial, pero requiere continuidad. Si los incentivos desaparecen o la infraestructura no mejora, los avances se estancan. Organizaciones como la Fundación Conama insisten en que la movilidad sostenible debe ser también equitativa: no puede depender del nivel de renta ni dejar atrás a quienes no pueden permitirse un coche nuevo.
La coordinación entre administraciones, empresas y ciudadanos será el factor que determine si España logra una movilidad limpia y accesible o se queda atrapada en la transición. La neutralidad climática para 2050 sigue siendo el objetivo, pero sólo será alcanzable si las políticas de movilidad sostenible se ajustan a la realidad del terreno, no a la teoría.
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Soy una periodista madrileña con más de 25 años de experiencia. Cursé los estudios de periodismo en el Centro de Estudios Universitarios San Pablo CEU. A lo largo de mi trayectoria profesional he trabajado en medios como Motor 16, Km77, Car & Driver o Quad & Jet, y he colaborado con departamentos de prensa como el de BMW.














